Domingo, 5 de marzo de 2006 | Hoy
Por S. M.
Después de participar en la asunción de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, los mandatarios de Argentina, Brasil y Venezuela, Néstor Kirchner, Luiz Lula da Silva y Hugo Chávez, respectivamente, tenían previsto cruzar la cordillera y, una vez en Mendoza, sumergirse en una reunión trilateral. Las motivaciones eran varias: conversar, obviamente, sobre energía, evaluar la marcha del proyecto de gasoducto y avanzar en otros menesteres de integración. Paralelamente, Buenos Aires y Brasilia atesoraban la segunda intención de continuar con su política de contención democrática hacia el comandante bolivariano. “No es bueno para la región que Venezuela quede sola, aislada, acompañando el voto de Irán, Cuba y Corea del Norte en temas nucleares, por poner un ejemplo”, especuló un encumbrado diplomático argentino ante Página/12. Pero, a pesar de la antelación con que había sido planificada, la reunión se frustró. Chávez adujo, a último momento, problemas en su agenda: ese día debe estar en Caracas por un acto con sus Fuerzas Armadas. Sin embargo, hay otra versión: cuando todo indicaba que la trilateral se iba a realizar, varios funcionarios venezolanos empezaron a gestionar el permiso para que el comandante realizase un acto, al estilo del que hizo en Mar del Plata, en el estadio mundialista de Mendoza. La negativa argentina desinfló tales entusiasmos y la reunión entre los tres presidentes quedó para otro momento.
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