El teléfono no paraba de sonar, su hijo mayor entraba y salía llevando boletas electorales y viandas para los fiscales. Faltaba una hora para el cierre de los comicios, las encuestas de boca de urna le confirmaban que rondaba el 15 por ciento de los votos y que su lista a legislador era la segunda más votada. “Ibarra viene con todo”, dijo al despedirse de Página/12. En ese momento con el 10 por ciento de los votos se daba por bien pagado. Apenas unas horas más tarde, cuando en el Hotel Panamericano los guarismos decían que Aníbal Ibarra sumaba entre el 14 y el 15 por ciento corregía a los periodistas que le preguntaban si era el ganador de la jornada: “En todo caso soy uno de los ganadores”, respondía. Un año después de su destitución subraya: “Siempre dije, me echó la política y no la gente”.

El martes 7 de marzo del 2006, cuando sus seguidores no podían contener las lágrimas por la remoción de su jefe, Ibarra los consolaba diciéndoles: “La historia no termina aquí ni mucho menos”. No tuvo que esperar mucho tiempo. Por eso no llama la atención que considere que la elección de ayer es “una relegitimación”. Algo que también repiten en su entorno más cercano. “Aníbal está legitimado por la sociedad”, también afirma su hermana Vilma. La senadora nacional opina que los porteños “reconocen a Aníbal como el aglutinador del progresismo en la ciudad. Ven a Aníbal cerca de Kirchner pero superando esa identidad. Lo ven claramente como el referente del espacio de centroizquierda.” Precisamente, esa es la opción política que el propio Ibarra piensa ocupar. “Nuestro objetivo es apoyar a Daniel Filmus desde la centroizquierda. No somos el PJ Capital. Somos el espacio del progresismo ligado a la gestión. Por eso vamos a fortalecer Diálogo por Buenos Aires alentando mayor comunicación con referentes como Hermes Binner o Martín Sabbatella”, dice el ex jefe de Gobierno.

Ese espacio, que lo llevó a la Jefatura de Gobierno en dos ocasiones, es precisamente el objetivo que lo une con algunos socialistas, algunos ex frepasistas, algunos radicales. “Diálogo por Buenos Aires creó la fuerza que permitió romper el techo histórico del kirchnerismo en la ciudad”, dice a Página/12, sin disimular su alegría, el diputado Miguel Bonasso. En ese punto, tanto Ibarra como los integrantes de Diálogo por Buenos Aires coinciden que el espacio centro-progresista se construye desde una identidad no exclusivamente kirchnerista. En la misma línea, opinó Gustavo López. En diálogo con este diario, el ex funcionario de Ibarra consideró que “el espacio de centroizquierda que en los ’80 lideró Raúl Alfonsín, y en los ’90 Carlos “Chacho” Alvarez, hoy va más allá de Kirchner. No se construye desde el kirchnerismo sino con el kirchnerismo”. Lejos de esa mirada, dos ex frepasistas que hoy revisten en el gobierno nacional no dudan en afirmar que el centroizquierda en la ciudad “se construye desde el Frente para la Victoria”. Eso tal vez explique cierto recelo que los funcionarios kirchneristas que ayer recorrían el Hotel Panamericano no se preocupaban en ocultar.

“Vuelvo a empezar desde un piso más arriba”, dice sonriente Ibarra a este diario cuando recuerda que en su primera elección en 1991 ganó una banca como concejal en 1991, con el tres por ciento de los votos. Vuelve a una tarea conocida y cuando se le pregunta si en la Legislatura repetirá el perfil de ex fiscal comprometido en denunciar la corrupción, señala: “No exclusivamente. Este aspecto está incorporado a mi personalidad, pero ahora se trata además de construir un espacio político”. Precisamente ese fue su talón de aquiles. Volvió Ibarra, no quedan dudas. Su teléfono ayer daba claras muestras de que fue uno de los triunfadores de la elección.