Domingo, 18 de septiembre de 2016 | Hoy
Por Raúl Kollmann
Los nuevos fiscales de la Unidad AMIA resolvieron revisar, milímetro a milímetro, todo lo que hay en el expediente. En ese marco, uno de los fiscales se sentó durante horas a ver la filmación de las autopsias de todas las víctimas, que –curiosamente– estaban en un archivo de la SIDE. Las filmaciones fueron descubiertas por el GERARD, Grupo Especial de Relevamiento de Archivos y Análisis Documental. Como se sabe, los forenses hablan al micrófono durante las autopsias para que quede registrado lo que van descubriendo. En ese entonces, los días posteriores al atentado, los forenses enunciaban los daños de los cuerpos y fueron relatando las heridas producidas por supuestos fragmentos metálicos. Fue a raíz de esas imágenes y audios que los fiscales le empezaron a insistir al Cuerpo Médico Forense (CMF) de que esos restos debían estar en algún lugar. Finalmente, tras una ardua búsqueda se encontró al fondo de una heladera, un tacho (así se lo describe), donde estaban congelados pelos, pedazos de piel y esquirlas metálicas encontradas en los cuerpos. También hay tacos de piel en el Laboratorio de Química de la Policía Federal. Los fiscales resolvieron hacer un profundo análisis de todo lo descubierto.
La UFI Amia dividió las muestras del material y se envió a tres laboratorios para su análisis. El del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), de prestigio mundial; el de la Facultad de Farmacia, que conduce el también prestigioso genetista Daniel Corach, y el laboratorio del Cuerpo Médico Forense.
El material en sí mismo es dramático porque hay partes de cuerpos, restos de mampostería, tierra, partes del suelo, tela.
La investigación está orientada en varias direcciones:
- Identificar a quién pertenecen los restos humanos. Hay un cuerpo, el de León Knorpel, que nunca apareció. Sus familiares saben que estaba en la AMIA y no volvió de allí, de manera que está claro que fue una de las víctimas del atentado. Sin embargo, no se encontró ningún rastro.
- Lo metálico se analizará para ver si se corresponde con la camioneta que, según la investigación oficial, se usó como coche bomba. En el juicio oral que empezó en 2001, los jueces se tomaron tres meses en convocar a peritos, técnicos y funcionarios de Renault para analizar la existencia de la Trafic en el ataque. Los magistrados concluyeron que efectivamente se usó la camioneta. “Que, de acuerdo a lo expresado al inicio del presente capiìtulo, tambieìn se acreditoì en el debate, de manera fehaciente, que la carga explosiva detonoì en el interior de un vehiìculo utilitario Renault Trafic, en circunstancias en que eìste se aproximoì por la calle Pasteur hasta el portoìn de ingreso al edificio, situado en el 633 de la mencionada arteria”, dice el fallo. Precisamente las autopsias sirvieron como prueba decisiva. El encargado del edificio de enfrente, Ramón Díaz, falleció porque –según se estableció en el juicio– se le incrustó un amortiguador trasero de una Trafic en el tórax. Hay otra víctima que fue impactada por una barra de dirección. A partir de los hallazgos de esquirlas, se hará un nuevo análisis de la mecánica del atentado.
- Hay expectativa en encontrar restos de explosivos tanto en el suelo como en la mampostería y hasta en la tela descubierta.
Como se percibe, la genética será clave para avanzar. Es lo que permitió la identificación, a 22 años del atentado, de Augusto Jesús, un cuerpo que no tenía nombre y apellido y que Nisman decía que era un obrero boliviano. El EAAF hizo el trabajo y finalmente la AMIA pudo poner en la placa de homenaje a las víctimas el nombre del muerto 85. Eso ocurrió a mediados de agosto pasado.
La misma genética es la que se va a usar para comparar los restos encontrados en el tacho con los ADN de las 85 víctimas. El Cuerpo Médico Forense (CMF), cuando hizo las autopsias, guardó los materiales y los elementos con los que se determinó el perfil genético de todas las personas que murieron en el atentado. Si en el relevamiento que ahora harán los tres laboratorios se encuentra un perfil genético que no concuerda con el de los 85 fallecidos, habrá una prueba científica de muchísima importancia para sostener que en el atentado participó un suicida.
Según las constancias de las autopsias, los materiales que estaban en el tacho, dentro de la heladera, provienen del frente del edificio de Pasteur 633, y del lado izquierdo. A priori, sería el lugar donde Nisman y los magistrados del juicio oral afirman que se incrustó la camioneta.
Los nuevos fiscales decidieron poner en marcha el diseño de un mapa, que se hará por computadora, del lugar en el que estaba cada una de las víctimas, los testigos y también el lugar donde se encontraron todos los elementos de prueba hasta ahora. Buscarán acreditar toda la mecánica del ataque.
Otra decisión que tomó la UFI-AMIA es pedirle una declaración a los integrantes del equipo de rescatistas israelíes que estuvieron en la Argentina en los días posteriores al atentado. Durante su tarea de remover escombros para ver si había sobrevivientes, los efectivos enviados por Israel descubrieron una gran cantidad de evidencias, lo que fue reflejado en actas. Uno de los efectivos mencionó, ante el hallazgo de restos de un cuerpo, que “podría tratarse del suicida”. Los fiscales quieren saber por qué sacó aquella conclusión y formularán preguntas para que los integrantes de ese equipo declaren en Israel.
A primera vista, dá la impresión que hay caminos en los que se puede avanzar. El análisis de archivos de la SIDE y de la Policía Bonaerense es uno de ellos. Resultó insólito que los videos de las autopsias estuvieran en la SIDE y no en la fiscalía que instruía el caso. Se sabe que hay varias bolsas con restos humanos en el cementerio de La Tablada y los fiscales –con la genética de por medio– seguramente harán un análisis. Nisman insistía en que el suicida fue un hombre llamado Ibrahim Berro. Dijo que sus hermanos lo confirmaron, pero en su declaración judicial, textualmente, tanto Hassan como Abbas Berro lo negaron en forma tajante. Es una vertiente en la que hay mucho por trabajar.
Es muy probable que no se puedan contestar todas las preguntas, pero la nueva UFI AMIA empieza a encontrar al menos algunos respuestas.
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