Jueves, 8 de abril de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › EL VATICANO RECONOCIó QUE EL EX ARZOBISPO NORUEGO RENUNCIó POR ESTAR INVOLUCRADO EN UN CASO DE PEDOFILIA
Tras la difusión periodística, el Vaticano reconoció que Müller, el ex obispo de Oslo, había abusado de un monaguillo de 10 años. El caso ocurrió hace 20 años. El Vaticano dijo que actuó con celeridad y que Müller había renunciado por “incompatibilidades”.
Podría interpretarse que la mirada del Señor no llega a todos los rincones y, en caso de llegar, no parece que fuera a revelar de inmediato aquello que ha visto. La interpretación es sugerida a partir de cierta información difundida por el Vaticano respecto de un nuevo (para adjetivarlo de algún modo) caso de pedofilia. Un ex obispo noruego reconoció en enero de 2009 que veinte años antes había abusado sexualmente de un monaguillo menor de edad. El Vaticano fue enterado hace 15 meses y, según su vocero, Federico Lombardi, “se actuó con celeridad”.
“El caso fue abordado y examinado con celeridad por intermedio de la nunciatura de Estocolmo, en Suecia, a pedido de la Congregación para la Doctrina de la Fe –declaró Lombardi–. Se trata de un caso de abuso sexual de un menor cometido a inicios de la década de los ’90 por parte del ex obispo católico noruego de origen alemán Georg Müller, que reconoció haber abusado sexualmente de un monaguillo, hace 20 años. El obispo presentó su renuncia en mayo de 2009, la cual fue aceptada por el Papa y se retiró en junio de la diócesis. Siguió una terapia y no realiza más actividades pastorales”, aclaró Lombardi, quizás para calmar a la feligresía y al resto de la multitud de monaguillos.
Müller, hoy de 58 años, y originario de la región de Tréveris, en Alemania, dejó sus funciones de obispo de Trondheim (sur de Noruega) el año pasado. El mismo hizo pública su dimisión el 7 de junio pasado, durante una misa en Trondheim, aludiendo a problemas de cooperación, y la noticia provocó conmoción en el reducido ambiente católico noruego.
La explicación oficial en aquel momento fue que dejó sus funciones “por incompatibilidades con el trabajo”, un término menos complicado para el protocolo, la diplomacia y las misas que plantear lisa y llanamente que renunció por pedofilia. En realidad, siguiendo la información del propio Vaticano, la renuncia de Müller y la explicación pública de las incompatibilidades tuvo lugar en mayo, cinco meses después de que el Papa fue informado sobre el abuso, reconocido por el propio Müller. Pero no fue el Vaticano el que presentó la denuncia pública sino el periódico noruego Adresseavisen el que reveló el caso ocurrido hace 20 años, lo que, en apariencia, provocó la curiosa celeridad del Vaticano.
La víctima, que ahora tiene 30 años, logró una indemnización de la Iglesia, sin que hubiera intervenido la Justicia noruega en ningún momento. “Desde el punto de vista legal el caso prescribió”, aclaró Lombardi y añadió que el entonces monaguillo “hoy en día es adulto y pidió el anonimato”. Todo indica que pidió más que el anonimato, ya que la indemnización, pagada sin intervención judicial, implicó algún tipo de acuerdo. Aunque del Vaticano no salió ni mu, el periódico noruego informó que la Iglesia católica noruega se comprometió a pagar al ex monaguillo un sueldo anual de entre 400 mil y 500 mil coronas noruegas, entre 50 mil y 62 mil euros, una sangría de cinco mil euros al mes a las deprimidas finanzas de San Pietro in Roma.
Para aclarar que el problema es un problema, el actual obispo de Trondheim y Oslo, Bernt Eidsvig, explicó que “aun si los delitos prescribieron para la ley noruega, para la Iglesia siguen vigentes”. Y agregó que “por ello Müller no tiene funciones episcopales y pastorales y siguió una terapia”, explicó como si la terapia fuera parte de una condena eclesial. “La Iglesia católica noruega está conmocionada en sus cimientos. En primer lugar quiero expresar mi compasión con la víctima y luego la vergüenza por parte de la Iglesia, destacando que Müller actuó contra todas las orientaciones y promesas que ha jurado respetar”, señaló Eidsvig, y sostuvo que hablaba en nombre del cardenal William Joseph Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Pese al reconocimiento del caso de abuso denunciado, las altas jerarquías de la Iglesia insisten públicamente en que todo se trata de una campaña de odio contra la Iglesia. “Las fallas y errores de los sacerdotes (sic) son utilizados como armas contra la Iglesia”, declaró el martes pasado el cardenal Angelo Sodano y en una entrevista pactada en L’Osservatore Romano (el periódico oficial del Vaticano) salió por la tangente al afirmar que “es ahora una divergencia cultural: el Papa encarna verdades morales que no son aceptadas y de esta manera las fallas y los errores de los sacerdotes son utilizados como armas contra la Iglesia. Ahora se esgrime el arma de la pedofilia contra la Iglesia. Antes, eran las batallas del modernismo contra Pío X, luego la ofensiva contra Pío XII por su comportamiento durante la Segunda Guerra Mundial, y por último las formuladas contra Pablo VI por (la encíclica) Humanae Vitae”.
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