DEPORTES › EL VALOR DE LA ACTUACION DE LOS ATLETAS ARGENTINOS EN LOS JUEGOS DE RIO JANEIRO

Un balance para entender a dónde vamos

En el día de cierre de la fiesta del deporte continental, Argentina pelea con Venezuela el séptimo lugar en el medallero, la misma ubicación que consiguió en Santo Domingo, pero con menos cantidad de doradas. Sin embargo, lo importante sería que esta actuación sirva de puntapié inicial para los Juegos Olímpicos de Beijing, potenciando a los atletas destacados.

Hay que recordar de dónde venimos y hacia dónde vamos para sacar conclusiones válidas sobre el desempeño de Argentina en los Juegos Panamericanos que finalizan hoy. Un séptimo u octavo puesto no deberían rubricar la dimensión del éxito o el fracaso, porque el medallero puede resultar engañoso. Si los varones hubieran ganado el oro en fútbol con un equipo Sub-17 de escaso nivel –hay que aclarar el sexo porque las mujeres cumplieron un mejor papel–, ¿qué importancia tendría más allá de la estadística? Al contrario, si el lanzador de martillo Juan Ignacio Cerra hubiera salido primero en su especialidad –como en Santo Domingo, ya que en Río sacó el bronce–, su medalla tendría otro significado en una disciplina como el atletismo, donde el oro escasea.

La meta de la Secretaría de Deporte de la Nación era detener el declive que se arrastra desde Mar del Plata ’95, cuando el país se clasificó cuarto. Pero ésa es apenas una parte de su misión. El Estado debe analizar los avances y retrocesos fijando la mira con precisión en cada deporte. Y sobre todo, en los que son básicos como el atletismo, la natación y la gimnasia. O en los que subvenciona porque la mayoría no son profesionales. O en aquellos que ni siquiera tienen un desarrollo incipiente para determinar hasta dónde resulta estratégico apoyarlos.

Osvaldo Arsenio, director nacional de la secretaría que conduce Claudio Morresi y funcionario a cargo del deporte federado, señala: “Sea cual fuere el resultado final, lo primero que deberemos hacer una vez que terminen los Juegos de Río es instrumentar en forma urgente el programa olímpico para apoyar en sus necesidades especiales a los atletas con chances reales de conseguir medallas. Y me refiero a las disciplinas que no se autoabastecen o no son profesionales. Excluyo al fútbol o al básquetbol, por ejemplo”.

A una jornada de que se clausuren los Juegos y con casi todas las medallas entregadas, es casi imposible que se alcance la cifra de 63 obtenidas hace cuatro años o superar la cantidad de oros: se ganaron 16 en 2003. Había expectativas para cosechar más, pero el hockey masculino, Georgina Bardach en natación y otras disciplinas profesionales que presentaron equipos de tercer orden por distintas razones (fútbol, tenis, básquetbol), dejaron a la delegación de 440 atletas muy lejos de los primeros (Estados Unidos, Cuba, Brasil y Canadá) y sin chances de despegarse en el segundo lote que incluye a México, Colombia y Venezuela.

Paliativos puede haber un montón. Que EE.UU. y Cuba, en la recreación deportiva de David y Goliat y con dos modelos deportivos contrapuestos, resulten inalcanzables desde hace décadas, no es novedad. Que Venezuela o Brasil inviertan en el deporte centenares de millones de dólares cuando nuestro país destina apenas decenas, tampoco. Que los dirigentes de algunas federaciones sean ineptos, inescrupulosos y hasta rocen el delito en sus conductas es un mal endémico que la gestión de Morresi no ignora e intenta encauzar. Que el Comité Olímpico Argentino sea tan decorativo y lo presida un ex funcionario de la dictadura como Julio Cassanello no es un tema de ahora. Sucedía lo mismo cuando lo manejaba a su antojo el coronel Antonio Rodríguez.

Durante una extensa entrevista concedida a Página/12 en mayo pasado, Arsenio afirmó que “no hay relación directa entre apoyos y resultados. Tiene que ver también el talento”. Y ejemplificó: “España apoya enormemente a la natación y le diría que nosotros tenemos muchísimas más chances de obtener mejores resultados que ellos en este momento”. Tratándose de un especialista, sería difícil refutarlo. Pero más allá de los deportes acuáticos, España planifica, exporta conocimiento con sus entrenadores, en definitiva, sostiene una política a través del tiempo. También lo hacen diferentes países de Latinoamérica como Cuba o Venezuela, que este año creó su Ministerio de Deportes. Y Brasil ensayó con los Juegos de Río de Janeiro su proyecto de quedarse con la sede olímpica del 2016, no sin antes pensar que organizará en 2014 el XX Mundial de Fútbol.

En Argentina todavía estamos trepando desde el subsuelo. Un aumento del 145 por ciento en el presupuesto, la recuperación del Cenard con su nueva pista de atletismo y el natatorio remodelado, la creación de la primera escuela pública de enseñanza media con orientación deportiva, una mirada más atenta al deporte social y la puesta en caja de varias federaciones díscolas a la hora de rendir sus cuentas hablan al mismo tiempo de dos cosas planteadas en la introducción de esta nota: desde dónde venimos y hacia dónde vamos. Aun así, parecería que todo aquello es insuficiente. Como las medallas ganadas en Río de Janeiro que son apenas la punta del iceberg.

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