De postularse a la presidencia de la Nación, pasó a pretender el sillón de Julio Grondona sin escalas, apoyado en su proverbial verborragia y los títulos conseguidos. Pero su aspiración tuvo un vuelo corto, tan breve como el de un pájaro enjaulado y, acaso por esa limitación de movimientos, Carlos Bilardo se resignó a no presentarse. Un par de hechos terminaron de convencerlo de que competir con el dirigente que le dio empleo como entrenador de la Selección (1983-1990) sería una misión imposible. “Me mandó a decir lo mismo, que no me presente, hace dos años, siete meses y también ahora”, cuenta el técnico campeón mundial del ‘86.

La otra razón es una conclusión que maduró en conversaciones con varios presidentes de clubes: “Te queremos mucho, pero estamos en un círculo vicioso. Le debemos plata a la AFA y si te postulás, se arma un lío bárbaro”, comenta el DT que le confesaron, temerosos, sus amigos-dirigentes. Como fuere, de hombre de consulta para el mandamás de la AFA, el Narigón se transformó en su sorpresivo rival.

–¿Qué hizo posible que evaluara presentarse como candidato a presidente de la AFA?

–Tener más participación en los asuntos del fútbol. Me dije: “Voy a seguir los pasos de Platini y Beckenbauer”. Hace dos años, surgió esta idea de ir a la AFA en conversaciones con seis presidentes de clubes que conozco hace muchos años. La conclusión mía es que el fútbol, así como está, se va a la miércoles. Hay varios dirigentes cuestionados, quiebras, concursos de acreedores, los clubes no pueden pagar el agua, están en crisis permanente.

–¿Cuántos votos hubiera sacado entre los 49 asambleístas?

–Yo calculo que hubiera llegado a los diez votos. Pero los dirigentes me dijeron que si me presentaba los iba a complicar. Ellos dicen que desde la AFA no les hubieran dado dinero, en fin, le tienen miedo a todo eso que sabe la gente.

–¿Cómo qué?

–... Que los árbitros les cobren en contra, esas cosas.

–¿Usted desde cuándo está distanciado de Grondona?

–Cuando Argentina quedó eliminada en el Mundial 2002, Fernando Niembro me preguntó qué debíamos hacer con la Selección. Yo le respondí que el cuerpo técnico y la comisión de selección tenían que presentar un informe para evaluar qué hacer, que así no se podía seguir. Y él me contestó: “Carlos, dejate de embromar, si el que manda es Grondona”. Después del Mundial de Corea y Japón, la amistad con Julio aflojó y se complicó más cuando yo salí a decir que Verón tenía que integrar la selección antes de la Copa en Alemania. Y en el último mes, con este asunto de la elección, el diálogo con él prácticamente desapareció, cuando antes hablábamos casi todos los días.

–¿Grondona lo defraudó?

–Yo pensé, y me equivoqué, que él me iba a ayudar, tomando en cuenta que habíamos trabajado juntos tantos años. Me decía: quién mejor que yo, que estuvo al lado de él, para continuarlo. Pero no, al contrario. Cuando se enteró de que yo quería ser presidente me mandó a decir por terceros que no me presentara. Quiero dejar por sentado, y le doy 20 mil pesos a quien me demuestre lo contrario, si yo no puedo ser candidato a presidente de la AFA.

–¿Pero usted nunca fue dirigente?

–¿Cómo que no? Estuve siete años y medio en la Comisión de Selecciones de la AFA.