“Acá no estamos traicionando a nadie, no estamos tergiversando nada. Acá estamos intentando romper con las viejas estructuras que están impidiendo que este partido nacional y popular defienda a las mayorías.” Era la frase que muchos estaban esperando. Apenas el gobernador de Mendoza, Julio César Cleto Cobos, terminó de improvisarla desde el micrófono, el gimnasio del Centro Asturiano de Vicente López reaccionó con una ovación. Eran unas cinco mil personas, la mayoría había llegado en micros desde las provincias que gobierna el radicalismo, sobre todo de Mendoza, Río Negro y Santiago del Estero. También había una numerosa delegación local que portaba pancartas con los ojos achinados del anfitrión, Enrique “Japonés” García. Cobos acababa de ser confirmado en forma unánime como candidato a vicepresidente de la fórmula oficialista, es decir, como compañero de Cristina Kirchner. Su consagración se había realizado a pocas cuadras, en el Centro de Convenciones Arturo Frondizi de Vicente López. Allí, los radicales K habían estrenado el Frente para la Concertación Cívica Plural, que en octubre compartirá la boleta con el Frente para la Victoria. “Este es un punto de inflexión para el país”, pronosticó Cobos.

Con media hora de retraso, el gobernador de Mendoza hizo su aparición en lo que fue hasta ahora el acto más resonante de su vida. Vestido con un camisa y una campera de cuero crudo marrón, Cobos apareció en el escenario acompañado por dos gobernadores y dos intendentes. Eran Miguel Saiz (Río Negro), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Gustavo Posse (San Isidro) y por supuesto el local García. Salvo el intendente de Mar del Plata, Daniel Katz –cuya ausencia fue muy comentada porque se trataba de un candidato a acompañar a Daniel Scioli en la fórmula bonaerense–, el palco mostró a la plana mayor del radicalismo K. El ambiente que recibió al candidato a vice representaba a los dos socios de la Concertación. Por un lado estaban las banderas rojiblancas clásicas de la UCR, por otro la infaltable grúa con la cámara móvil que el kirchnerismo –Enrique Albistur mediante– convirtió en clásico de todo acto. Otro toque K fue la lluvia de papelitos metalizados que acompañó la despedida de Cobos.

Como en todo acto político, el locutor leyó interminables adhesiones que le hacían llegar hasta en servilletas de bar. La más aplaudida, la que se leyó última para destacar su importancia, fue sin duda la del ex canciller Dante Caputo. Residente en Washington, donde se desempeña como secretario de Asuntos Políticos de la OEA, Caputo mandó sus felicitaciones y tomó como un hecho consumado que la fórmula Cristina Fernández de Kirchner-Julio Cobos se impondrá en octubre. “Mis deseos de una gran gestión”, leyó el locutor. Entre los radicales K hay quienes imaginan a Caputo integrando el futuro gobierno. Por los parlantes sonaban las canciones de León Gieco (se fueron sucediendo “El angel de la bicicleta”, “Bandidos rurales”,”En el país de la libertad”) hasta que llegó el momento del Himno Nacional y, luego, los discursos.

Para presentar a García, el locutor encontró la forma de elogiarle sus veinte años ininterrumpidos al frente del municipio. “Es uno de los pocos dirigentes que más ha sido votado en el cargo que ocupa”, dijo. La tropa se brindó, solícita, en otra de las ovaciones de la tarde. García cometió un furcio al referirse por primera vez a Cobos: dijo estar muy contento porque “un correligionario del radicalismo va a ser el futuro vicegobernador de la Nación”. Luego aprovechó para hacer un reclamo. Dijo que así como los radicales K van a apoyar a Scioli en la provincia, el Frente para la Victoria debería hacer lo mismo a nivel municipal. “Yo también pretendo, como intendente, tener el mismo reconocimiento”, gruñó. Para terminar, comparó la Concertación con la alianza frustrada entre Perón y Balbín que intentó armarse en 1972 bajo el lema La Hora de los Pueblos.

Siguió el discurso de Saiz, que originalmente no estaba previsto en la agenda. El rionegrino exaltó la figura del candidato a vice (los nervios lo hicieron llamarlo “Julio Cubos”) y le prometió apoyo “en las buenas y en las malas”. Entonces llegó lo que en boxeo se llama la pelea de fondo. El auditorio se preparó para lo que se venía mirando en el spot televisivo que el equipo de comunicación de Cobos había traído desde Mendoza. En la imagen se lo veía con casco amarillo de operario, con guardapolvo dando clase en un aula, tomando mate en una zona rural de Mendoza, mientras de fondo se escuchaba la canción “Tratando de crecer” escrita por Fito Páez y cantada por Baglietto. Entre los invitados que giraron la cabeza para ver la pantalla gigante estuvieron el director del Banco Central, el radical Miguel Pesce, y los intendentes peronistas Julio Pereyra (Florencio Varela), Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Osvaldo Amieyro (San Fernando).

Para comenzar, Cobos dijo que será la sociedad la que explicará a su partido que la Concertación era correcta. “Prefirieron expulsar en vez de convocar, intervenir en vez de dejar a la libre voluntad de las provincias”, dijo sobre las autoridades de la UCR. “Esta sordera, esta ceguera, se va a aclarar en octubre, cuando el pueblo acompañe este proyecto.” Siguió con elogios hacia Kirchner y a las medidas de su mandato, destacó varias veces el rol del “sector privado” y habló mucho sobre su provincia como si fuera un ejemplo para imitar en el resto del país. También enumeró las prioridades de lo que, en su opinión, debería hacer el futuro gobierno. “Queremos un Estado social, que garantice los derechos humanos. Un Estado regulador pero que no compita con el sector privado y le facilite el desarrollo de las inversiones”, afirmó. Absoluta sintonía con lo que viene diciendo su compañera de fórmula.