Domingo, 9 de septiembre de 2007 | Hoy
Por Horacio Cecchi
Hugo Sosa firmó al menos cuatro veces durante el proceso que lo dejó entre rejas hasta que la Justicia dictamine. Ninguna de las firmas es igual. Y no se trató de una alteración, una estafa. “Sabe firmar pero no sabe qué significa hacerlo, no tiene idea de qué representa firmar –dice Rita Sosa, hermana menor de Hugo–. Además, tiene problemas con las letras”. Es cierto, como si las letras de su nombre no fueran componentes necesarios sino oropeles prescindibles. Hugo sólo firma con su primer nombre. En la primera firma del expediente, lo hizo con una H de tres líneas verticales separadas y una horizontal. En la segunda, la g se transforma en t y la u en o. La o final semeja al signo algebraico del igual. En otra ocasión, su nombre aparece firmado con tres letras. Había olvidado la u. Si a Hugo le preguntaran con señas que fuera capaz de entender, si firmó, Hugo asentiría con la cabeza. Diría que sí. La Justicia puede darse por conforme: cumplió con las formas.
A un argentino detenido en China le habría ido mejor. Al menos, tendría la protección de la embajada.
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