Este es el dramático relato que la procuradora Falbo transcribe en su fallo: “La madre de L.R., cuando se dio cuenta que su hija estaba embarazada, le tuvo que explicar qué es hacer el amor. La chica entonces le dijo: ‘Pero el único que me hizo eso fue el tío Luis’. Entonces la madre le preguntó cómo había pasado. ‘El me acostó en la cama –contestó L. R.–, me sacó la ropa, pero yo le decía que no, no tío, y él decía yo te voy a hacer el amor. Entonces él también se sacó la ropa. Al rato me dijo ya está y me preguntó si me gustó. Y yo le dije que me dio asco. Entonces él me dijo vestite y como yo no me vestía, él me vistió’”.

Uno de los argumentos de la Cámara es que no existen riesgos actuales o futuros en la salud de la chica, por lo tanto el aborto no debe llevarse a cabo. La procuradora dice que el Código Penal no exige una valoración acabada de la salud, pero aun así enumera algunos de los dictámenes que están en el expediente. La psicóloga interviniente concluye que “con respecto a su nivel madurativo se estima una edad mental de ocho años aproximadamente, siendo que la edad real de L. R. es 19. Existen alteraciones en el proceso cognoscitivo, no comprende el significado de la mayoría de las palabras y se observa inmadurez psicosexual”. El diagnóstico del Hospital Zonal de Agudos dice que “tiene una incapacidad laborativa del 76 por ciento, señalándose también que dicha incapacidad es de orden predominantemente mental”.

“Con base a los elementos reseñados –dice Falbo–, más aquellos que refieren cómo se sucedieron los hechos, sólo puede inferirse que la joven L. R. estaba en una situación de extrema vulnerabilidad derivada de su discapacidad al tiempo del hecho denunciado. En definitiva, se trata de una menor que ya presentaba una enfermedad antes del acaecimiento de los hechos y que sin duda se verá agravada por la continuidad del embarazo, que no buscó, que no quiere, que es producto de un ilícito penal y que no está en condiciones psíquicas de afrontar.”