Un año antes de que explotara la Segunda Guerra Mundial, los once jugadores italianos entraban a la cancha con las camisetas fascistas negras para enfrentar a la selección francesa en uno de los partidos más politizados de la historia de los mundiales. Este gran duelo entre la Italia autoritaria de Benito Mussolini y la Francia democrática terminó con el triunfo de Roma, que dos partidos después se alzaba con la copa. Más allá de las rivalidades que se vean en la cancha hoy, este dúo europeo ha superado estas enemistades e, incluso, actualmente vive un acercamiento, después de varios años de diferencias políticas.

Con la llegada del nuevo gobierno italiano se espera que los dos países se reconcilien. Tres años atrás, Italia y Francia se enfrentaron a la hora de apoyar o rechazar la guerra en Irak, un tema que dividió a gran parte de la Unión Europea. Hoy, sin embargo, Roma hizo un giro y se paró junto a París en contra de la guerra impulsada por Estados Unidos. Además, el nuevo primer ministro italiano apoya la idea de unidad europea, lo que seguramente lo acercará aún más a Francia, que junto a Alemania es el motor de la Unión Europea. En los últimos años, el anterior gobierno italiano había venido cuestionando las iniciativas francesas en este tema. Es posible que la amistad política entre Roma y París se afiance todavía más si la izquierda francesa se impone en las próximas elecciones parlamentarias de abril del año próximo. Pero más allá de este resultado, Italia y Francia parecen haberse puesto de acuerdo en los temas más importantes. Los dos apuestan por mejorar y ampliar la Unión Europea, para construir una Europa fuerte y más independiente de Estados Unidos.

Por eso, más allá de lo insultos y los roces que puedan intercambiarse hoy, la final la jugarán dos viejos vecinos, que ahora también son amigos.

Informe: Laura Carpineta.