Domingo, 9 de julio de 2006 | Hoy
En su pelea con el tiempo, los bares con historia registran victorias y derrotas. Entre los primeros se encuentra la tradicional confitería Las Violetas, de Rivadavia y Medrano, en Almagro, que logró volver de un prolongado cierre en julio de 2001 de la mano de una importante obra de restauración. El resultado fue exitoso: la esquina está siempre llena y ha vuelto a ser un clásico de la ciudad. Algo similar ocurrió con la esquina Homero Manzi, de San Juan y Boedo. Allí, el tradicional bar de barrio, cerrado por quiebra, se convirtió en un atractivo salón con escenario y restaurante, pero también con un café abierto las 24 horas.
En la lista de fracasos se anota el recientemente cerrado Bar Británico, en Brasil y Defensa, que promete volver aunque no se sabe con qué perfil. O la Confitería del Molino, cerrada en 1997, y que pretende ser recuperada ahora mediante un proyecto de ley de expropiación que estudia el Congreso y apoya el gobierno nacional.
En un lugar intermedio quedó otro clásico de Buenos Aires, la Confitería Ideal, de Suipacha al 400, que no ha podido recuperarse pese a sucesivas asistencias oficiales, pero mantiene su espíritu en los espectáculos del programa de Bares Notables y las matinés de tango que se llevan a cabo todas las tardes en el primer piso.
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